viernes, 9 de abril de 2010

SAN PEDRO
Erase una vez un pueblo situado en un pequeño valle de Los Alpes, entre montaña y montaña. El pueblo se llamaba Atás y en él vivían ochocientas personas escasas.
Un día fueron ochocientas una, porque llegó un italiano llamado Pedro.
Pedro era un hombre listo, fuerte, el color de su pelo era castaño claro, sus ojos eran tan celestes como el cielo que hay en el firmamento y era gracioso, simpático, amable y a su vez tranquilo.
Un día, Pedro fue a saludar a sus nuevos vecinos. Saludó a Elena, Angela, Santi, Paco, Susana, Rita, Noé, Juan, Inés, Jose..., pero saludó a todos menos a Sergio.
Sergio era bajito, un poco gordo, con gafas y calvo; tenía el pelo negro, los ojos verdes y era muy nervioso.
A Sergio le pareció que Pedro era un poco raro por su aspecto y no era el tipo de persona que a él le gustaba.
Al día siguiente, Pedro, fue a tirar la basura y se encontró con Sergio y fue a saludarle. Sergio hizo como que era sordo. Pedro siguió intentándolo, pero Sergio seguía a su rollo.
Un día, a Pedro, se le ocurrió una idea para hacer cambiar de opinión a Sergio. Su idea era... ¡Hacer el albañil siendo él mismo!. Así, Pedro pensó que podía conseguir ser amigo de Sergio.
Pedro cogió su traje y se puso manos a la obra. Entró en la casa de Sergio y actuó por sí mismo. Primero le arregló el cuarto de baño y cuando se disponía a irse Pedro le dijo:
-”Las apariencias engañan”
Y entonces Pedro se quitó el disfraz y Sergio se quedó tan sorprendido como cuando te regalan el regalo que tu quieres.
Hoy en día, esta historia se conoce como “SAN PEDRO”.
FIN

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