jueves, 8 de abril de 2010

EL LADRÓN BUENO

Pedro era un niño de quince años que vivía en Venecia. Pedro que sabía conducir barcas y lanchas.
Salió un día de verano. Cuando ya volvía a su casa se encontró con una pandilla de ladrones y le dijeron que se uniera a su pandilla y Pedro aceptó.
Al cabo de la semana, Pedro fue con su pandilla de ladrones a una cueva. Cuando llegaron a la cueva, eligieron a Pedro para ir el primero ya que él era el nuevo. Pedro asustado y temblando pensó en lo mal que se estaba portando, y en ese mismo instante ”plaf” cayó en un tobogán que lo llevó hacia un mundo paralelo.
Cayó justo en un puesto de fruta y le preguntó al frutero: -¿donde estoy?
Y el frutero dijo: -Pues no lo sé, pero yo estoy aquí, dijo el frutero cabreado.
Pedro, asustado salió corriendo. Al cabo de otros rato se lo preguntó a un ciudadano y le dijo: -pues estamos en Humorandia. Pedro miró en los periódicos y libros, y era verdad, ya no estaba en Venecia. ¿Pero, cual era la salida?. Se lo preguntó a un vendedor de bolas mágicas.
Cuando llegó al lugar indicado leyó: “Bar Las Salinas” y dijo. Vaya farsante.
Cuando entró se echó unos amigos y les preguntó lo mismo que al vendedor de bolas mágicas. Felipe, su nuevo amigo le contesto: -que si lo sabia, pero que tenía que pasar varias trampas, y para ello tenia que ser inteligente. Las trampas se encontraban en la otra punta del mundo.
Cuando llegaron, primero entró Felipe y, como era un ladrón no se arriesgó. Al entrar Pedro, se abrió la puerta porque él se arrepintió de ser ladrón. Y cuando salió se separó de la pandilla de ladrones.

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